Por: Vivian Berdisheski
Jorge Baradit ha roto todos los récords de la literatura local con su Historia Secreta de Chile. Si el primer tomo vendió 80 mil ejemplares, del segundo se lanzó en julio un tiraje inicial de 30 mil, que a las dos semanas debió duplicarse para evitar quedar sin stock. Ni Isabel Allende en sus mejores tiempos podría exhibir tales cifras en el mercado nacional.
El libro -que finalmente será una trilogía- recorre episodios poco conocidos de la historia nacional, desde ángulos no convencionales o poniendo atención en hechos que no suelen ser los que se enseñan en las salas de clases. Por lo mismo, ha generado una polémica entre algunos historiadores, si bien otros especialistas, como el reciente ganador del Premio Nacional Julio Pinto, lo han respaldado.
-¿De qué tratará esta tercera Historia Secreta de Chile?
-El libro lo termino de escribir en marzo y rescatará a los protagonistas postergados de la historia que son importantes para la construcción del país. Hablo no de la historia oficial que te enseñan en los colegios, que te deja la sensación de que la historia de Chile la construyeron militares, políticos y curas. Por protagonistas sociales tampoco me refiero a la tontera de meter en un nicho a todo lo que tiene que ver con el obreraje o proletariado. Emilio Recabarren o episodios como la Masacre de Santa María se ven como un nicho de un partido político en particular, pero no estoy de acuerdo con esa visión. Recabarren es un personaje de la historia de Chile no solamente del Partido Comunista.
-Terminado el tercer tomo, ¿qué planes literarios tienes? ¿piensas volver a la ciencia ficción?
-La historia es una muñeca rusa. A veces encontrar una línea de una carta escondida de un prócer puede cambiar la visión completa de un hecho... Pero ya ha sido suficiente con estos tres tomos. Tengo que salir de esto y ya tengo muchas notas para una novela de ficción.
-¿Te interesa dotar de oscuridad a tu literatura?
-En general mi literatura es expresiva, un poco estridente y barroca, desbordante y exhibicionista porque está muy cerca de esta idea del arte como la libre expresión de tu mundo interior. Todos tenemos un loco adentro, el que te dice: ¡tírate! cuando estás en el borde de un balcón, o tienes un arma en la mano y piensas ¿me disparo? Yo estoy muy cerca de ese loco. Lo que pasa es que todos tenemos una capa de civilidad que nos impide andar matándonos los unos a los otros. Para mí escribir es un ejercicio de dar curso y forma artística a este loco.
-¿Qué piensas cuanto te catalogan de freak?
-Soy paranoico y esquizofrénico, pero no desde un punto de vista clínico. Soy funcional, me adapto a la sociedad. Soy una buena persona, no ando matando gente ni torturando gatos. Y sin duda veo el bien y el mal. Cuando escribí Ygdrasil, mi primera novela, sentía la compulsión de explicar a cada persona que le firmaba el libro que yo era una buena persona y no eso terrible que aparecía en la novela.
-¿Cómo es tu desarrollo creativo?
-Soy muy ordenado porque el oficio de diseñador gráfico te lo exige. A veces son las 10 am y te fijan una reunión para las 3, y tienes que ponerte creativo. Entonces aprendes a domar a este ser indomable que es la creatividad. La explicación de que la musa de la inspiración a veces no baja, las pelotas. No sirve. No puedo tener página en blanco en una reunión. Esa disciplina me ha ayudado mucho a ser más productivo, para decirlo de otra manera, para sacar lo que más puedo de mí y eso me permitió tener un trabajo de oficina de 10 horas y llegar a la casa y escribir desde las 8 pm a las 10 de la noche todos los días, por ejemplo.