Por: María José Gutiérrez
Ilustración: Ignacio Schiefelbein
Cinco luces. Es todo lo que el empresario y ecologista Michel Durand veía al otro lado del lago cuando compró un campo de 250 hectáreas en la ladera norte del Villarrica. Cuarenta años después, los focos se multiplicaron al infinito hacia el oriente y el poniente. Los desarrollos inmobiliarios cubrieron por completo el camino que conecta Villarrica con Pucón, con edificios de hasta 10 pisos, y se extendieron incluso camino al volcán.
Por estos días la zona recibe 300 mil visitantes, tres veces su población normal. Los tacos entre ambas ciudades pueden llegar fácilmente a tres horas. Y las aguas del lago acaban de ser declaradas “saturadas” por el Ministerio del Medio Ambiente. Algo que ocurre por primera vez en Chile...
Un equipo de expertos del Ministerio del Medio Ambiente (MMA) tomó muestras de las aguas en octubre: los niveles de clorofila y fósforo estaban por sobre lo permitido. Decretaron la zona saturada.
Marcelo Mena, titular de Medio Ambiente, veranea en el lago desde los 80 en la zona de Molco, a 12 kilómetros de Pucón. Afirma que “la falta de control de aguas servidas en la cuenca probablemente es uno de los causantes del alza de nutrientes
del lago”.En 2010, la UC de Villarrica creó el Centro de Desarrollo Local (CEDEL), donde intervienen cinco facultades en pos de la sustentabilidad de la zona centro
sur de Chile.
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